Solo, por las estrechas calles de mi sucursal camino, pensando en el fugaz aroma que deja tu ser al embriagarme de suspiros, con la tentación sana de correr en fuga ilusa, en un recóndito ambiente de paz y serenidad, posible solo cuando se hacen necesarias las caricias en los mortales que vagan como yo, esos que añoran a la vida robarle sonrisas, mortales que como yo van con la piel inundada de heridas invisibles, de una esperanza que no es tan sana, aunque en el argot popular dicen que es lo ultimo que se debe perder, ¿pero como perder lo que me hace daño? ¿Cómo no quererlo perder? Si es una esperanza amarga. Pero también pregunto ¿y que será de mi sin ella? no por hacerme daño deja de pertenecerme, sigue siendo mía, como tal vez no eres tú para mí. ¿acaso de quien son las ilusiones que en vano me rodean? Sujetarse de un presente vivo, llenarlo de amor es lo que nos queda, porque no podemos seguir siendo unos mortales sin objeto. Los únicos que caminan así se les llama zombis, y no quiero ser uno de esos, más bien seguiré sujetándome a lo que a pesar que hace daño me aprueba un guiño de existencia.